martes, noviembre 21, 2006

Pornografía II

Otra cosa que caracteriza a las masas de buitres mirones callejeros es la pasividad. Se paran a mirar pero a nadie se le ocurre intentar echar una mano o llamar a la policía.

Hace poco más de una hora venía caminando de la avenida 3 de Mayo con los auriculares del MP3 puestos. Si quieres encontrar el epicentro de un follón busca el lugar donde convergen las miradas de los transeuntes. Así que antes de oir nada, viendo a la gente que pasaba girar la cabeza, supe que pasaba algo.

En mitad de la calle, en la esquina de la comisaría de policía, había un coche parado con el maletero abierto y la música a todo volumen. Ya estaba caminando a su altura cuando bajó el volumen y oí un hombre hablando a gritos. En el lado del copiloto una chica bajada del coche. De repente bajó el volumen y lo que él decía se hizo claro: "me suda la polla que quieras cojer una guagua, súbete al coche". El hombre sale del coche, da la vuelta y agarra a la mujer por el brazo.

Toda la gente que había girado la cabeza había seguido su camino manteniendo la mirada para enterarse de todo hasta que habían perdido de vista la escena. Nadie se había parada más de un segundo. Enfrente mió una chica se había asomado al balcón de su casa y llamaba a su madre para que se asomara también. Sonaba más a "no te pierdas el espectáculo" que a "tenemos que hacer algo". La policía ni se enteraba de lo que estaba pasando en la misma puerta de su comisaría.

Saqué el móvil y empecé a marcar el número de la policía local. Ya lo se, hubiera sido más rápido volver atrás y asomarme a la puerta de la comisaría, fueron los nervios del momento.

Marqué y me salió el servicio horario. Número equivocado (podría ponerse de acuerdo en el orden de un teclado numérico). El hombre mete a la mujer en el coche a la fuerza, da la vuelta, se sienta al volante y arranca. Mientras pasan a mi lado anoto mentalmente la matrícula. Vuelvo a marcar.

Al llegar al siguiente cruce el coche para y el hombre se baja para cerrar el maletero. La mujer también se baja y se queda parada junto al coche, mirando hacia atrás igual que antes. El hombre vuelve adentro y le ordena que entre. Ella lo hace. Arrancan y se van.

Dejo de intentar marcar.

Todo el que pasaba y oia algo se ha parado a mirar. Luego han seguido caminando. Nadie ha movido un dedo.