Señales

Parece el argumento de una comedia yanki de temporad. Una jornada maratoniana de compras navideñas en la que conseguir todos los objetivos de mi lista familiar.

Bueno, la ventaja es que mi familia es muy pequeña.

La desventaja es que vivo en Dark Santacruz City.

El primero objetivo de la lista es... yo mismo. Qué pasa, acaso uno no puede autoregalarse una réplica de pistola baratita con mira laser y mira óptica de punto rojo funcionales (el silenciador no sirve para nada, pero luce bello).

Ya lo se, igualito al Arnie. Me lo dicen siempre.

Me ahorro la descripción de las calles abarrotadas. Hasta muy tarde no me doy cuenta de que no he oido villancicos. Otro beneficioso efecto secundario de los MP3 con auriculares.

El libro lo encuentro rápido. La película no. Uno cree que hay demasiadas tiendas llenas de demasiados DVDs hasta que intenta buscar una película que se editó hace cuatro meses y no la encuentra por ninguna parte.

Por la tarde tengo que subir al Centro Comercial Alcampo, situado en el punto justo donde concentrar lo peor de Dark Santacruz y la Laguna Negra. El encargo de Dr. Phibes lo localizo a la primera, pero iba a tiro hecho. Con la película hay un problema adicional. El sofisticado método de Alcampo de ordenar sus deuvedeses:


Es tan sofisticado que no he logrado averiguar cual es. No es por orden alfabético de títulos. Ni por autores. Ni por género. Y claro, posiblemente la que busco se me haya escapado, sepultada al fondo de una estantería compartida con Yo Robot, La Boda de Muriel y Los Hellcat de la Armada.

Lo que si veo es ésto:


Y luego nos quejamos porque nadie ha sacado aquí los packs de la JLA de Bruce Timm. Si es que nos quejamos de vicio, hombreya.

Una pausa en el aparcamiento para contemplar una mini puesta de sol.


Y de vuelta a las tierras bajas. Nada en el Centro Comercial Meridiano salvo más gente (nota para mi mismo: buscar teoría matemática del Caos sobre con cuanta frecuencia una persona entorpece un servicio público/cajero automático/cobrador de autobús creando una cola de gente cabreada).

Victoria final en El Corte Inglés (nota para mi mismo: buscar teoría matemática del Caos sobre con cuanta frecuencia tras pasar media hora buscando un objeto X uno pregunta al dependiente que te responde sonriente que está detrás tuyo).

Y vuelta a casa pasadas las 8, Avenida 3 de Mayo arriba, a paso de tortuga. Y la realidad que te tiene reservadas dos guindas para el final. Señales en las vallas publicitarias callejeras.


Éste mensaje político no me queda claro. Porque si Santa Cruz fuera un personaje femenino no sería la Bella Durmiente sino Mary Kelly, la última víctima de Jack el Destirpador.

Bueno, y tendría 510 años. Y Dinio y Javier Rigau estarían peleandose por ella.

O a lo mejor el mensaje es una sutil advertencia de que ya antes de la campaña electoral el candidato nos está contando cuentos. Así que luego nadie se de por engañado.


Eso explicaría que su auncio parezca el de una empresa de la construcción. ¿Para qué molestarse en disimular?


Pues eso, ¿para qué disimular? ¡Bebe como un hombre, hombre!


¿Sabe ya Buenafuente que los guionistas que se le han escapado están escondidos en una agencia de publicidad?