sábado, agosto 26, 2006

Mi propio infierno personal

La otra noche vi el infierno.

Fue hace semanas. Una de esas noches en que das vueltas y más vueltas en la cama incapaz de dormir. Te dices a ti mismo que es por el calor. Pero en realidad lo que te acelera el pulso es la incertidumbre. El tiempo sigue pasando, dia a dia, mes a mes y año a año. Los cuarenta se acercan lentamente. Y tu ¿qué has hecho con tu vida?

En un episodio de Las Puertitas del Señor López, obra cumbre de Carlos Trillo, el protagonista muere, sube al cielo y se presenta ante Dios. Tras escuchar las historias de pringado pisoteado que ha vivido López Dios monta en cólera y le echa en cara no haber aprovechado la vida que él le dió.

En el tercer número del Planetary de Warren Ellis el fantasma de un policía asesinado contacta con los protagonistas. Quiere transmitir un solo mensaje para que ellos lo extiendan por el mundo de los vivos: vivid la vida, porque después de la muerte no hay nada más.

Y el tiempo sigue pasando. Y es como una historia que, cuando ya llevas la mitad vista, ya sabes por donde van a ir los tiros. Acabará mejor o peor, pero no va a cambiar de tono o de género a mitad de metraje. No va a aparecer un Depredador para llevarse por delante a los Corleone de El Padrino. Los soldados que querían salvar a Ryan no van a volverse de repente a Inglaterra para formar un grupo musical. A estas alturas de la película lo que ves es lo que hay. De aquí en adelante vas a recoger lo que has ido sembrando.

Y en ese momento imaginé el infierno. Descubrí qué sufrimiento eterno podría ser insoportablemente sádico más allá de toda medida.

El infierno es revisar lo que tu vida podría haber sido, lo que debería haber sido. Las cosas que nadie debería haberte impedido hacer. Las que tendrías que haberte atrevido a hacer. Las que debían haber salido bien. Una eternidad de "¿Y si...?" y "Ojalá..." y "Qué pena que no..." desfilando delante tuyo conformando millones de posibles vidas. Todas diferentes. Todas mejores.

Tu propio infierno personal construido por ti mismo ladrillo a ladrillo cada dia de tu vida.



Me pregunto si todavía estoy a tiempo de salvarme...